Me peiné muchas veces hasta desenredar el pelo por completo, para que al salir a la calle una ráfaga de aire me devolviera los nudos y recordarme que no todo depende de mi.
Caminé paso a paso persiguiendo algo que sólo me hacía obsesionarme, sin ver que el recorrido dibujaba círculos y me devolvía una y otra vez al punto de partida.
Me ahogué en vasos de agua que estaban medio vacíos, porque en realidad no tenía sed, sólo ansias de quererlo todo ahora, y se me olvidaba respirar.
Yo sola entré en laberintos sin sentido con la única intención de señalar el camino a los que tenía detrás, sin saber que ellos encontraron otros caminos más sencillos y se callaron sin vergüenza alguna.
Pero de todo aprendí.
Aún sigo siendo inocente, sí. Pero la vida me enseñó a tener siempre un plan B, C y D, a guardarme un AS bajo la manga, a sacar la escalera de color en el momento adecuado, a callar y a gritar, a saber que cuando estás en el suelo tumbada, la única solución es respirar y levantarte.
De todo aprendí y sigo aprendiendo.
La partida continúa.
RJP
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