jueves, 24 de febrero de 2011

La palindromía de la vida

Yo siempre he concebido la vida como un ciclo. De pequeños en el colegio nos enseñan que los animales nacen, crecen, se reproducen y mueren, esto es, básicamente, lo que hace el ser humano pero voy a profundizar un poco más en el tema y podremos comprobar cómo la vida da una vuelta completa y gradual, podríamos decir que la vida es una palindromía.

Cuando somos bebés: somos pequeños, no sabemos hablar ni andar, nos dan de comer, no tenemos dientes, precisamos de pañales para no hacérnoslo todo encima, apenas tenemos fuerzas para agarrar objetos... A medida que vamos creciendo aprendemos a hablar, escribir, empezamos a coger fuerzas, los pañales desaparecen, se nos caen los dientes pero pronto salen otros nuevos más fuertes, comemos solitos, etc. Continuamos en la edad adulta forjando nuestra personalidad, ahora mandamos en nosotros mismos, nos hacemos responsables, llegamos al punto más álgido de crecimiento del cuerpo, somos capaces de cuidar a otros, adquirimos las últimas aptitudes que nos faltaban y seguimos en esa línea hasta que poco a poco envejecemos y vamos perdiendo ciertas facultades, cuanta más avanzada sea la edad de la persona más se acentúa todo hasta que llega el momento que empezamos a menguar, empezamos a perder fuerzas, hay quien se le caen los dientes por lo que la comida suele ser, prácticamente, papilla, la torpeza se empieza a notar y necesitamos de otras personas que nos den de comer, que nos lleve al baño o que nos pongan pañales, los huesos vuelven a hacerse débiles y frágiles por lo que lo que, en un principio se soluciona con un andador acaba precisando de un carrito. No todo el mundo pero hay quien, por algún tipo de enfermedad  o fallos del cuerpo, pierden el habla, En definitiva, vamos perdiendo todas nuestras fuerzas hasta fenecer.

En este breve resumen de la vida podemos observar cómo al final acabamos siendo lo mismo que cuando llegamos al mundo, seres indefensos y dependientes de otros que nos faciliten el día a día.

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