sábado, 23 de mayo de 2020

Quiero pensar que algo cambiará

Después de 70 días de estado de alarma (y los que nos quedan...), me gustaría pensar que las imágenes de las noticias y redes de los últimos días, no son reales, pero lo deprimente es que sí lo son.

Cuando empezó la epidemia, después pandemia y camino de la endemia, todo era solidaridad y buen hacer. Se aplaudía a los sanitarios con emoción, recuerdo esas primeras ovaciones que alguna lágrima de me escapaba, el miedo a salir era más que evidente, como si el virus estuviera en suspensión en el ambinte, incluso recuerdo carteles de jóvenes en los ascensores y en las puertas de acceso a los edificios, en los que se ofrecían de manera voluntaria a hacer los recados y las compras a personas con un alto factor de riesgo al contagio... Todo era ejemplar. Había mucho miedo a lo desconocido (algunos/as lo seguimos manteniendo).

Todo era muy raro, cualquier día en la ciudad parecía un domingo de calor de agosto donde no vuelan ni los gorriones, tenía un punto de desolación. Casi te podías asomar al balcón y contar los coches que pasaban durante la mañana y no llegar ni a 20. Claro está, que en todos lados hay listillos/as, más de la cuenta, hasta el punto en que llegó a haber más personas sancionadas que infectados por el maldito virus. Pero pensaré que es una pequeña parte.

Todo esto presagiaba que el mundo iba a ser un poco mejor. De hecho, la contaminación se estaba reduciendo, no estaban llegando tantas mierdas al mar, los animales han podido salir de sus escondites y campar a sus anchas, sin miedo a las escopetas... Pero eso de no tener que hacer nada, sólo permanecer en casa, nos cuesta. Y a esto le sumamos que el aburrimiento se empieza a apoderar del personal, que el miedo ha empezado a disminuir con la bajada de los fallecimientos y contagios, que volvemos a pensar que nuestros deshechos están bien depositados en las aceras en lugar de en las papeleras, dejando imágenes de mascarillas y guantes en el suelo, que llega a ser asqueroso.

Quería pensar que cambiaríamos nuestros hábitos, que dejaríamos de lado el gran comercio y prestaríamos más atención a la pequeña frutería de la calle de atrás y a la carnicería que está en frente, que cumpliríamos con las medidas de seguridad y los horarios puestos por el bien de todos/as. Personalmente, en mí, han cambiado muchas cosas, epero que en más personas también, siempre para mejorar. Poco a poco, grano a grano, seguiremos construyendo un mundo más habitable, o al menos desearía que así fuera.
Con todo lo que hemos pasado y aún estamos pasando, quiero pensar que algo cambiará...

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